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8 de Septiembre
Hoy te traemos una invitada que ya conoces y amas para que nos hable de un tema que a veces parece ser un tabú, pero que en realidad es tan natural como la sexualidad misma: el sexting y las relaciones a distancia. Empecemos:
Facebook, Twitter, Instagram, Tumblr, Telegram, Tinder…nos guste o no, las redes sociales llegaron para quedarse, y han cambiado sustancialmente la manera en que los seres humanos nos relacionamos, nos enamoramos, nos celamos e incluso la manera en que nos peleamos y discutimos.
Me dejó en visto, o me eliminó de sus contactos, o está en línea son las nuevas frases que se instalaron en los últimos años.
Los romances e infidelidades, los desengaños y la pasión han tomado otra forma ahora, se intenta en las redes sociales el match con corazoncitos de colores, el príncipe azul o la princesa de los cuentos de hadas: perfectos, idealizados, sin errores, con filtro y sin demasiada humanidad desperfecta al alcance de la mano. Hombres y mujeres que sueñan y creen fervientemente haber encontrado al amor de sus vidas en tierras virtuales, sin conocerse aún, pero elegidos en ese gran catálogo online que nos ofrecen las redes sociales. Dicho esto, ¿las redes sociales facilitan o complican la vida amorosa? Es difícil de elegir, pero definitivamente es un hecho que han cambiado.
El amor (y la sexualidad) en tiempos de redes sociales satisface necesidades, llena espacios, ayuda a que mucha gente que es tímida, inhibida o vergonzosa tenga la posibilidad de conocer a otra persona que acompañe sus días. Esto no significa que esté bien o mal la red social como única posibilidad, sino que es una estrategia, una herramienta más para poder conocer los alcances de lo virtual.
Durante la pandemia y específicamente en la cuarentena más estricta del 2020 en nuestro país, hicimos uso del sexting, un recurso poderoso para poder seguir jugando sensual y eróticamente con personas que eran desconocidas o no hubiésemos tenido posibilidad en otro momento histórico. Por eso hoy, las relaciones a distancia son posibles porque las redes sociales inducen una nueva dinámica en la vida cotidiana. Ahora lo que sucede en la vida real se extiende en la vida virtual. La privacidad, la intimidad, la vida familiar, el amor, los celos y el acoso son todos los campos que tienen un lugar en Internet. ¿Cómo podemos prevenir engaños amorosos en las redes sociales? Estos son algunos consejos para estar atentos:
Chequear la privacidad de la cuenta, se puede restringir el acceso al perfil.
Observar si se trata de una persona real, desconfiar de los nuevos perfiles que no tienen amigos ni interacción con otras personas.
Detectar el movimiento que tenga el perfil de la persona que queremos conocer personalmente. Ver si tiene comentarios, fotos, amigos, cosas que nos den indicio creíble de la identidad de esa persona.
Evitar poner en las redes sociales (o dar a quien no se conoce) demasiada información personal como números de cuenta bancarias o similares, inclusive direcciones o datos que puedan hacer que esa persona te encuentre físicamente sin previo aviso si aún no se conocen.
Considerar la creación de una nueva dirección de correo electrónico cuando se crea una cuenta en una red social.
Una vez atravesado lo virtual, llega el momento de pasar al encuentro real...y ahí ¿cómo nos protegemos?
En primera instancia si van a generar un encuentro real que sea en un lugar público y neutral. Puede ser una cafetería, un restaurante o el patio de comidas de un shopping. Esto es fundamental siempre.
Avisar a una amiga/o o familiar cercano dónde vas a encontrarte y con quién. Si es posible, dejar a esa/e amiga/o el número de teléfono o el perfil de las redes sociales de esa persona.
En la primera cita no aceptes ir al departamento de esa persona ni caigas en la tentación de la comodidad de tu cama. Mantener la neutralidad favorece conocerse mejor y dar tiempo a que la situación madure.
Si van a tener relaciones sexuales, que sea en un hotel de alojamiento. Y recuerda utilizar preservativo desde el inicio hasta el final de cada encuentro.
¿Y si voy y no me gusta? Puede pasar que en un encuentro cara a cara surjan algunas “diferencias” respecto a la foto de perfil. Sugiero que si la persona no te resulta atractiva físicamente puedas dar una oportunidad a la charla y al momento. Si así tampoco estás cómodo/a puedes retirarte de una manera respetuosa, dejando claro lo que te sucede pero sin ser hiriente.
Las parejas evolucionan a la par de los cambios culturales. Hace 40 años atrás era habitual que fuese el hombre quien saliera a trabajar y las mujeres las que criaran a los hijos en casa. El ingreso de la mujer al mercado laboral generó en las parejas un cambio absoluto, en el que ambos aportan sus ingresos a la economía familiar. Por otro lado, la expansión del uso de las pastillas anticonceptivas también favoreció a la independencia femenina y la posibilidad de planificación familiar: hoy las mujeres eligen cuándo tener hijos.
Los roles cambiaron, hoy ellos cambian pañales y preparan biberones o teteros a la par de sus mujeres. Ya no “ayudan” en casa sino que la crianza es compartida. Los paradigmas, la forma de entender la vida en pareja cambia. Y también cambia y se va transformando, por supuesto, la manera en que entendemos y vivimos la sexualidad: se establecen nuevos acuerdos con mayor libertad. Aparecen en algunas parejas acuerdos para abrir la pareja a tríos o ir a clubs swingers. La noción de matrimonio o de pareja definida desde la exclusividad está dando lugar, paulatinamente, a encuentros consensuados con terceros (o cuartos!). El concepto del amor para toda la vida, fue creado cuando la vida duraba no más de 30 años, y hoy da lugar al replanteo acerca de la exclusividad, porque la vida dura el triple y las parejas resignifican ese contrato pensando la exclusividad en los sentimientos y el amor, pero la sexualidad hoy aparece como una variable que puede ser compartida con otros.
Afortunadamente la tecnología es una gran herramienta que adorna y reedita los viejos modelos de sexualidad en la actualidad. Así como los cambios culturales, sociales y económicos generan impacto en la sexualidad y el deseo en las parejas, también la tecnología lo ha hecho. Actualmente los celulares, tablets, notebooks y otros, permiten y facilitan los encuentros en las relaciones a distancia. Las redes sociales son incluso un excelente modo de acortar los kilómetros, de compartir el día a día: desde ver series hasta tener sexo online, permite que ambos estén “conectados”.
El nivel de adicción que generan los dispositivos tecnológicos es tan alto, que muchas parejas que llegan a mi consultorio se quejan de lo mismo: están totalmente distanciados incluso mientras duermen en la misma cama, cada uno en su celular o en su tablet, sin compartir una actividad en común. Esto, por supuesto, afecta de lleno a la sexualidad porque los encuentros comienzan a espaciarse...y los reclamos a hacerse más visibles.
Casi como ninguna otra práctica sexual, el sexting fue aumentando en auge y su puesta en valor durante la cuarentena 2020 hizo que las redes sociales explotaran de contenido relacionado. Basta buscar el #sexting (hashtag sexting) para darse cuenta que estamos ante un modelo de sensualidad y erotismo lleno de verdades...mitos...y miedos. Pero … ¿Qué es?
Sexting es el envío voluntario de fotos, videos y material erótico o de alto voltaje (pueden ser imágenes propias o ajenas, relatos eróticos, audios, podcast, etc). Se envían mediante redes sociales o servicios de mensajería como Whatsapp. Su nombre -en inglés- lo deja claro: sex (sexo) y texting (escribir mensajes). Algunas apps como Telegram, Snapchat o mismo Instagram fueron las más elegidas para el envío y recepción de este contenido altamente erótico y sensual.
Si bien es una actividad muy divertida, para estar totalmente seguras de estar haciéndolo correctamente y no correr riesgos innecesarios hay que tener en cuenta algunos elementos claves:
Consentimiento: ambas personas tienen que estar 100% de acuerdo con el envío y recepción de material erótico y por supuesto, ser mayores de 18 años.
Respeto: que la práctica sea consensuada implica un nivel de respeto, el nivel siguiente es acordar que estas fotos son privadas de esa relación, vínculo o momento en que esas dos personas decidan hacerlo.
Privacidad: No difundir, viralizar ni reenviar fotos o material que se envíe mediante estas plataformas.
El más habitual es la extorsión: algunas personas se ven amenazadas con que se va a viralizar ese contenido a cambio de dinero por ejemplo. La viralización es un delito penado por el código penal. Además, por otra parte, el anonimato: el no saber realmente quién está detrás de las imágenes que se envían, pudiendo ser incluso un menor de edad o un adolescente.Es una práctica que tiene sus riesgos pero tomando algunas precauciones se puede prevenir y disfrutar perfectamente.
Para que una pareja exista, se tienen que dar, entre muchos otros factores, cuatro pilares esenciales: el sexo, la admiración, el compañerismo y la confianza del uno en el otro. Romper o desafiar cualquiera de estos pilares implica de un modo u otro poner en juego algún aspecto de la relación. El sexting puede ser pensado como una infidelidad, porque aunque no se genere -quizás nunca- un contacto físico con el destinatario, lo cierto es que para algunas parejas se puede interpretar como la ruptura de uno de los códigos de la estabilidad de la pareja, y puede generar una falta de confianza que lleva a la relación a una crisis, funcionando como un disparador de un sentimiento de traición y fracaso que muchas veces moviliza los cimientos del vínculo al extremo.
Si sos vos quien se está sexteando con alguien, en principio la mejor sugerencia sería preguntarte por qué lo estás haciendo, pero no desde el acto moralista de juzgar, sino desde el interrogante real, la verdadera incertidumbre acerca de este acto que puede, potencialmente, atentar contra el vínculo construido en pareja. Básicamente: ¿por qué con otra persona y no con tu pareja? será el primer interrogante. Y en segundo lugar, indagar los propios principios, los valores, los preceptos que rigen tu vida, para saber qué pasaría si fuese su pareja quien envía fotos a otra persona. Muchas mujeres lo tolerarían como una práctica que puede parecerles hasta divertida y erotizante, pero seguramente muchas otras no podrían aceptar la idea de que sus parejas coqueteen con otras mujeres. Se trata de ser empáticas, ponernos en el lugar del otro y pensar cómo nos sentiríamos nosotras si supiéramos que nuestra pareja hiciera exactamente lo mismo. La empatía toma un lugar fundamental, porque va a ser el crisol con el que vemos la vida el que va a determinar también, de qué manera vamos a juzgar al otro y a nosotras mismas en caso de que algo de esto tomase visibilidad. Preguntarse también, qué acuerdos hay con la pareja, para justamente no romper esos códigos que cada pareja fijará a su medida.
El sexting es una práctica super divertida y muy placentera. Las conversaciones van levantando temperatura y ponen en juego toda la creatividad desplegando un verdadero lenguaje: el lenguaje del deseo.Esto puede mejorar la relación de confianza y comunicación entre dos personas, se conozcan o no aun personalmente.
Ayuda a desinhibirse, a soltar las estructuras que nos atan a una sexualidad rutinaria, alimenta la autoestima. No importa si la foto que enviaste es de tu propio cuerpo o un cuerpo ajeno: se trata de una fantasía, de un juego, y está bien permitirse un espacio lúdico con un otro para aumentar el deseo sexual.
Mejora el ánimo: mantiene bien arriba los niveles de adrenalina, dopamina y serotonina, todas hormonas relacionadas con el bienestar y el amor propio.
En caso de relaciones a distancia -o de distancia social, como en la cuarentena- el sexting es la herramienta ideal para poder jugar sin límites.
Un tip adicional: no esperes a estar si o si en casa para poder tener algo de intimidad, no siempre se dan las situaciones perfectas. Acordate del consentimiento, si están de acuerdo ambas partes, sorprendé a tu pareja con una foto sugerente, un mensaje muy sensual o un video tuyo bailando sin ropa. El sexting es una herramienta muy poderosa para mantener la llama encendida durante todo el día, incluso en parejas que conviven en la misma casa 24/7. Probalo y luego me contás.
Lic. Mariana Kersz
Psicóloga y Sexóloga
@lic.marianakersz
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