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Es triste el acoso y el bullying que hemos vivido o siguen viviendo muchas personas a lo largo de su vida. Esa sensación de miedo, de tristeza, creyendo que no valemos nada por las burlas y manoteo que recibimos por parte de alguien. Ese sentimiento fue el que tuve en algún momento en mi niñez y me afectó al inicio de mi preadolescencia.

Cuando era pequeña me detectaron ambliopía o conocido como ojo perezoso, llegó a mi siendo hereditario por parte de mi linaje familiar. Esa condición hacía que uno de mis ojos fuera más débil en su desarrollo, haciendo que se moviera hacia dentro o hacia fuera. El tratamiento al inicio se suponía que iba a ser super sencillo, el oftalmólogo me mandó unas gafas y unos tratamientos.

Yo estaba feliz porque iba a usar gafas, me parecían muy bonitas y recuerdo mucho que mis papás las compraron con mucho cariño y yo no cabía de la emoción por ponerme las gafas e ir con ellas a la escuela. Pero como dije, se suponía que iba a ser sencillo, pero fue todo lo contrario.

Llegar a mi salón de clases con ellas fue por parte de un pequeño grupo una burla hacia mí y una intimidación constante. Me decían palabras como: cuatro ojos, que parecía patito feo con ellas o abuelita por usar gafas tan niña. Realmente me afectaron, llegaba a mi casa muy triste, ya no quería volver a llevarlas, ni siquiera usarlas en casa y que alguien me viera con ellas.

No las usaba prácticamente y el tratamiento para solucionar mi ambliopía se volvió más largo de lo que debía y como consecuencia me afectó mucho más mi ojo. Cuando llegó mi preadolescencia estaba cursando sexto grado, mi condición se volvió más notable, tenía mucho miedo de volver a usar mis lentes y que me dijeran burlas o apodos. Así que ignoré el tratamiento que mi médico me había mandado ¡Un error!

Luego, el bullying llegó esta vez porque mi ojo perezoso había empeorado más. Me llenaba de tanta tristeza recibir apodos tan degradantes como bizca, Marisol qué miras para el mar y a la vez para el sol y muchos más chistes que hacían respecto a mi condición.

Me afectó mucho, recuerdo que a veces lloraba y me preguntaba ¿por qué hay gente con un corazón tan malo que les parece genial burlarse de los demás por un problema físico o incluso mental? también me cuestionaba que hubieran otros que apoyaran ese acoso, como si fuera algo normal.

A diario tenía que convivir con algunos de ellos o peor me sentía cuando me los encontraba en la calle y me gritaban “bizca” delante de todos. Recuerdo que hablé con mis papás y me dijeron que yo era perfecta tal y como era, que no me debía sentir mal, que yo era su tesoro. Me explicaron que en el mundo quizás no existían personas que tengan un corazón tan noble y lleno de amor como el tuyo o el mío. Pero que todos deberíamos llenar todo nuestro ser de esa bondad, amor y poder, Por eso, debemos decirle a esas personas que te intimidan que ¡Ya no más!

Y así fue, me llené de valentía y traté de concientizar a quienes me herían con sus burlas que estaba mal lo que hacían. Y con este artículo que escribo intento dar ese mensaje para dejar de poner tanta atención a esos malos comentarios, porque mira, yo descuidé mi salud y bienestar propio por comentarios que no valían la pena, pero ahora, las cosas cambiaron, continuó aún con mi tratamiento, llena de Loving hacía mí y los demás.

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