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16 de Marzo
Todas nos hemos sentido cansadas en el trabajo, ¿verdad? Es normal que levantarnos muy temprano, pasar ocho horas o más en la oficina y realizar los oficios diarios que se van haciendo repetitivos nos genere una sensación de fatiga. Pero, ¿alguna vez te has sentido completamente exhausta? ¿Tanto física como emocionalmente? Si la respuesta es sí, quizá hayas experimentado el síndrome de burnout, un cansancio extremo que afecta tu salud física y mental y que entorpece las labores diarias, casi al punto de hacerte querer gritar: ¡NO MÁS!
Nosotras queremos contarte qué es el síndrome de burnout, por qué puedes llegar a sufrirlo y cómo prevenirlo o tratarlo.
El síndrome de burnout, también conocido como síndrome de desgaste ocupacional en español, fue concebido por primera vez por el psicólogo Herbert Freudenberger en 1974. Este hombre consideró que el cansancio laboral excesivo no debía entenderse como algo normal —aunque fuera común— sino que debía ser diagnosticado y que sus síntomas, causas y tratamiento tenían que estudiarse a profundidad. Es decir, fue el primero en darle la importancia que merecía.
Aunque no es considerado una enfermedad, el síndrome de burnout puede desencadenar en dolencias físicas, mentales o psicológicas, incluso provocando la depresión. Por lo que desde la psicología y la salud ocupacional se ha hecho sumamente importante detectar posibles casos en el entorno laboral.
Pero bueno, a todas estas: ¿qué es el síndrome de burnout? Básicamente es una sensación de apatía por el trabajo, a tal punto que puede llevarte a no querer ir a la oficina, evitar a toda costa realizar tus labores e incluso ser mucho más irritable ante cualquier estímulo, especialmente al relacionarte con otras personas (lo que puede entorpecer o dañar las relaciones interpersonales tanto fuera como dentro del trabajo).
El asunto es el siguiente: estos síntomas son tan comunes y están tan normalizados, que las personas creen que ser infeliz en el trabajo o estar malhumorados es natural. Por eso, la detección del síndrome no es una tarea fácil.
Entonces, ¿cómo detectarlo?
Para empezar, es importante determinar en qué nivel de cansancio estás.
A veces, madrugar es agotador, pero una buena siesta lo compone. Otras veces, las labores mecánicas se vuelven repetitivas, lo que genera una insatisfacción, que al realizar otro tipo de actividades se desvanece. En ocasiones, y sobre todo cuando el trabajo es creativo, la gran pregunta es: ¿lo estoy haciendo bien? Pero seguramente el producto final que creemos nos hará recuperar la confianza. Todo esto es normal, y puede no trascender a algo mayor o grave, pero hay otras sensaciones más profundas que pueden ser síntoma del burnout.
Hazte las siguientes preguntas, como un ejercicio inicial sobre cómo estás en tu trabajo: ¿Se te dificulta empezar a trabajar o de entrada no quisieras hacerlo en lo absoluto? ¿Te enojas más de lo normal o eres más irritable, incluso con compañeros o jefes? ¿Tienes problemas de concentración que pueden llevarte al total incumplimiento de tus labores? ¿Te sientes insatisfecha o desilusionada con tu trabajo? ¿Te cuesta dormir? ¿Cualquier recuerdo de tu trabajo te altera o te causa inconformidad? Si la respuesta es sí, probablemente sufras del síndrome de burnout.
El cansancio, producto de este síndrome es excesivo y paralizante. Y puede generar fuertes molestias físicas o emocionales. Si sientes que estás bajo un nivel de estrés abrumador que te bloquea, consulta a un médico acerca del síndrome del burnout.
La primera vez que se habló del síndrome, en los 70, se pensó que era algo propio del personal de la salud o que en ellos se presentaba con mayor frecuencia, porque —como sabemos— tienen largas jornadas de trabajo, poco tiempo libre y un gran peso profesional sobre sus hombros: la salud de otros. Pero, más adelante en estudios posteriores, se determinó que el síndrome podía sufrirse en cualquier profesión u oficio.
Las principales causas del síndrome de burnout pueden venir desde tres frentes: el organizacional (la empresa), el social y lo individual.
Desde lo organizacional puede ser que la sobrecarga de trabajo y contenido, el exceso de información, las tareas extras y las jornadas extenuantes, desencadenen el síndrome.
En lo social afecta asuntos como la comunicación con compañeros, el ambiente físico o laboral y el clima entre los trabajadores.
Y en lo individual juega un papel decisivo el tipo de personalidad que se tenga. Hay personas con mucha resistencia a recibir órdenes o correcciones, a los que los puede afectar los constantes comentarios de jefes. Por otra parte, el género también influye entre los factores individuales, por ejemplo, socialmente las mujeres tienden a tener más tareas dentro y fuera de la empresa lo que las sobrecarga de trabajo en diferentes aspectos.
Como te decíamos anteriormente, es muy común que las personas crean que los síntomas del síndrome de burnout son normales, porque nos hemos acostumbrado a una conducta laboral salvaje. Pero esta interpretación no podría ser más errónea. El cansancio físico y emocional es normal, por supuesto, pero sentirse “quemado”, “exhausto” o “desmotivado” no lo es.
Usualmente los síntomas del síndrome de burnout son: irritabilidad y, por lo mismo, un deterioro de las relaciones interpersonales. Intolerancia a la frustración, evitar las tareas estresantes o que no hacen parte de las labores cotidianas. Trato interpersonal cínico, mecánico y apático con los compañeros, jefes o incluso con clientes o pacientes. También puede incluir algunos síntomas físicos como dolores de cabeza, de espalda o incomodidades digestivas, pues el estrés muchas veces se manifiesta en este sistema.
Como ves, el burnout es un estado bastante avanzado de la frustración y el cansancio al que no se llega tan fácilmente. Establezcamos lo que podrían ser las etapas previas al burnout, así:
Primero, el entusiasmo. Cuando llegamos llenos de energía y motivación a un trabajo y, en ocasiones, cuando este es nuestra primera experiencia laboral, puede ser que el choque con la realidad de lo que es trabajar desencadene en desilusión o frustración. Lo que fácilmente nos podría llevar hacia el burnout.
Segundo, el estancamiento. A veces sentimos que lo hemos dado todo, ya alcanzamos el punto más alto de nuestras carreras y es poco lo que nos queda por descubrir o mostrar. Esto de ninguna manera puede ser cierto, pues como seres humanos lo único que podemos hacer es seguir creciendo y mejorando en nuestras habilidades. Pero cuando nos convencemos a nosotros mismos de que no hay nada mejor que podamos hacer, el estancamiento o la sensación de incapacidad pueden paralizarnos y llevarnos a la frustración.
Tercero, frustración: esta es la etapa en que no solo te sientes estancado, sino que no quieres hacer nada al respecto. Estar frustrado, completamente convencido de que nada de lo que hagas será bueno, te llevará directamente a la apatía.
Cuarto, apatía. Aquí es precisamente donde empiezan los comportamientos cínicos o mecánicos. Sientes tanta apatía, tanto desgano, tanta frustración, que no puedes responder a las labores ni corporal ni mentalmente. Estás exhausto.
Y así llegamos al último estadío: el burnout o la sensación de estar “quemado”. En esta etapa probablemente ya nada te motive, ni personal ni laboralmente. Tus relaciones tanto fuera como dentro del trabajo están afectadas, cualquier comentario te prende en llamas y no toleras ni siquiera que tus jefes te hagan un simple comentario. Esta etapa es sumamente profunda y complicada desde lo laboral hasta lo personal, poniendo en riesgo —sobre todo— la salud mental.
Lo primero que se verá afectado es la productividad laboral. Por la sensación de apatía y desgano hacia el trabajo, será muy común que las personas que experimenten el síndrome de burnout, empiecen a fallar en sus labores, a dejar de cumplirlas e incluso a presentar absentismo laboral.
Esto es quizá lo más crítico del síndrome de burnout. Como va tan ligado a la psicología, es muy probable que desencadene enfermedades mentales severas, como la depresión. Además, por tratarse de algo que el mismo paciente no nota en sí, su detección —que usualmente se da por parte de amigos, compañeros o jefes que lo sospechan— es tardía y, si no es tratada correctamente y a tiempo, puede causar estragos emocionales en la persona.
Lo principal es detectar el burnout, darte cuenta de que el cansancio que sientes no es normal, sino excesivo y que te impide cumplir con las tareas y labores diarias. Después de que tengas esto claro, consulta a tu médico y háblale de tus síntomas específicos, él sabrá guiarte en el proceso. Recuerda: no te automediques ni diagnostiques, solo un profesional de la salud podrá darte respuestas claras y ayudarte a sobrellevarlo.
Los tratamientos suelen incluir la separación del puesto de trabajo por incapacidad, un par de días en que puedas desarrollar otras actividades y recargarte de energía.
Según cómo avance el síndrome de burnout y, especialmente de las recomendaciones del médico, podrá ser necesario el uso de antidepresivos. Así mismo lo más recomendable es asistir a psicoterapia cognitiva o conductual, y tener varias sesiones con profesionales de la salud que guíen el proceso de reconciliación con el ambiente laboral, o que te encaminen en la búsqueda de otra vocación.
Hay varias cosas que se pueden hacer para prevenir el síndrome de burnout desde lo personal.
Por ejemplo, es bueno tener como prioridad aprender a resolver problemas tanto laborales como emocionales. Es cierto que no para todo se puede estar preparado, pero tener ciertas herramientas que nos saquen de aprietos cuando nos enfrentemos al mundo real, es una buena opción. Por otra parte, aprender a gestionar el tiempo y no dejar acumular tareas, así como manejar la frustración y las temporadas de sequía creativa, son sumamente importantes en un mundo donde todo va a una velocidad increíble y nuestro mayor temor suele ser quedarnos atrás.
Otra estrategia que nos puede ayudar a detectar a tiempo los síntomas que nos pueden estar llevando al burn out es: ¡parar! A veces es mejor parar lo que estamos haciendo, por más ocupadas y ansiosas que estemos, y escuchar a nuestro cuerpo.
Por eso, también es importante que nos dediquemos tiempo a nosotras. Podemos hacerlo mediante el ejercicio, la meditación, un hobbie o simplemente descansando (pero de verdad, ¡¡no se vale descansar pensando en todo lo que tienes pendiente!!)
Para cerrar, queremos hacer un alto en el camino y contarte que es súper común que esto les suceda a las emprendedoras. ¿Por qué? porque son tareas que se autoimponen y que siempre quieren cumplir con todo a la perfección, pero aún así por no tomar las medidas preventivas de escuchar su cuerpo, terminan en un burn out. ¡No dejes que te pase a ti!
Cuéntanos, ¿alguna vez has experimentado el síndrome de burnout? Esperamos que con este artículo sepas cómo afrontarlo y prevenirlo. Compártelo para que otras personas se enteren de la seriedad del síndrome del burnout y estén preparadas para los momentos de estrés o frustración laboral.
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