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26 de Septiembre
¡Hola! Estamos felices de tenerte de vuelta en NosotrasOnline. Hoy queremos hablar contigo sobre relaciones de pareja. ¿Te ha pasado que sientes conexiones inexplicables con algunas personas? ¡Seguramente sí!
Por eso, vamos a hablar de las relaciones kármicas, el amor de la vida, las almas gemelas y las llamas gemelas. Todos estos conceptos describen relaciones diferentes y te las queremos explicar todas hoy.
Empecemos por lo primero: La definición. Las relaciones kármicas son conexiones únicas que podemos tener con cualquier persona, no necesariamente se limitan a las parejas románticas, y se entienden como un contrato entre dos almas del pasado, que quedaron de volverse a encontrar para aprender la una de la otra.
Son relaciones que vienen a voltear todo lo que creemos más firmemente. Son personas que, cuando llegan a nuestra vida, retan todo lo que creíamos saber del mundo y nos revuelcan.
Son relaciones que, aunque muy incómodas, tienen un tipo de imán que no te permite alejarte hasta que hayas aprendido lo que esa persona vino a enseñarte y siempre te sientes atraída hacia ella.
Lo más frecuente es que estas relaciones te hagan ver heridas de tu pasado que no has sanado y que sean estas las personas que te proponen las conversaciones más incómodas y difíciles para que mejores y te vuelvas tu mejor versión.
Las relaciones kármicas generalmente no nos traen gozo y alegría, sino dolor y angustia en forma de aprendizajes. Lo que sucede es que como surgen de un pacto entre almas anterior a nuestra existencia, es muy difícil alejarse de ellas hasta que se cumpla la misión de la enseñanza. Así es cómo se plantea el crecimiento desde esta teoría.
Muchas personas que han identificado una relación kármica en su vida la describen como: “Acababa de conocer a esta persona, pero se sentía como si lleváramos juntos miles de años y nos conocieramos desde lo más profundo de nuestros seres”:
Para superar las relaciones kármicas, el primer paso es hacer consciente que se está viviendo una. Esa es la única manera de entender todas las situaciones que viviremos por esa relación y de dar gracias por los aprendizajes que vendrán.
Después, es importante aceptar todas las emociones y sensaciones que sintamos exactamente cómo son, sin juzgarlas o intentar apagarlas. Así liberamos toda esa energía emocional que nos genera la relación.
Para sanar las relaciones kármicas hay que mirar hacia adentro y no hacia afuera, porque este tipo de relaciones nos están mostrando a nuestra propia alma. Entonces, lo que debemos hacer es buscar en el fondo de nuestro corazón, la fuerza y la sabiduría que se necesitan para sanar y perdonar todo lo que está sucediendo. Es ahí donde se encuentran las respuestas que nos permiten salir del ciclo de la relación posiblemente abusiva o dependiente.
Según la teoría que explica la existencia de las relaciones kármicas, existen tres tipos comunes de estas:
Relaciones desde el ego kármico: Son relaciones en las que hay una fuerte atracción física o mental. Llegan con mucha velocidad y transforman gran parte de nuestra vida, pero son muy cortas y terminan de manera tajante luego de que la enseñanza haya quedado para los dos.
Relaciones desde la Ley del Espejo: Esta ley habla sobre que todos los seres humanos atraemos a nuestra vida lo que ya somos y todo lo que debemos resolver en nosotros mismos. Es decir, habla que atraemos a las personas que nos van a mostrar las cosas que debemos solucionar en nuestro interior. Por eso, estas relaciones se dan con personas que nos muestran nuestras virtudes y nuestros defectos. Son relaciones que inician en algún momento de la vida, pero se mantienen en el tiempo para irse transformando a medida que entendemos que lo que estamos buscando en el otro ya lo tenemos en nosotros mismos.
Relaciones de otra vida o reencarnaciones: Estas relaciones vienen desde una vida anterior y solo se pueden entender con el alma, porque no existen las palabras para explicar cómo se siente una relación que existe desde antes del nacimiento.
Cuando estas almas se encuentran, cada persona siente en su interior que ya conoce al otro desde el inicio de los tiempos. Vienen a nuestra vida a ayudarnos a evolucionar, por lo que nos elevan y suelen durar para siempre.
Se siente como si estuviera destinada a ser: Puede que no lo entiendas de manera racional, pero las relaciones kármicas siempre encuentran un modo de volver a atraparte hasta que sanes el motivo por el que se originaron.
Es adictiva: Una relación kármica siempre será atractiva y se caracteriza por tener altibajos de intensidad apasionada, lo que te hace sentir en una montaña rusa de la que no puedes bajarte.
Es egoísta: Las personas que están viviendo una relación kármica no pueden pensar en el bienestar del otro, por lo que se vuelven las plantillas perfectas para la construcción de relaciones abusivas o dependientes.
Dificulta el establecimiento de límites sanos: Muchas de las relaciones kármicas que existen en el mundo son producto de la necesidad de aprender a poner límites, por lo que muchas veces ese será el reto más grande a superar: en el momento que empiezas a ponerle límites a la otra persona, la relación kármica empieza a destruirse y a volverse cada vez más sana.
Te muestra lo peor de ti: Una relación kármica es un espejo de las partes más sombrías de tu alma y existe para mostrarte esas oscuridades en las que debes trabajar para vivir más plenamente.
Las almas gemelas son unas relaciones que existen entre personas en las que hay un lazo muy profundo de amor, confianza y respeto.
Se originan antes de nacer por un contrato, que firman dos almas en el que prometen encontrarse durante la vida para ser el lugar feliz y seguro de la otra.
Así, cuando conoces a tu alma gemela, te sientes de inmediato como si hubieras encontrado tu hogar. Ambas personas se sienten felices y en confianza.
Las almas gemelas son relaciones que permiten el crecimiento del otro y en las que el amor siempre será desinteresado.
Las llamas gemelas son relaciones que se componen de dos personas, pero de una sola alma. ¿Cómo así? Son relaciones entre personas que comparten una misma alma, pero que esta se dividió en dos, antes de nacer para poder aprender una lección específica durante la vida.
Las personas que son llamas gemelas viven situaciones parecidas aunque hayan nacido en lugares del mundo y en épocas diferentes. Su encuentro generalmente no es fácil porque ambas personas deben recorrer primero un camino de aprendizajes individuales para estar preparados para el momento del encuentro.
Estas relaciones son reconocidas por la sensación de conocerse de toda la vida, incluso cuando se llevan apenas pocos minutos de haberse visto. Además, las personas crean un lugar entre ellas en el que el tiempo y el espacio dejan de existir, porque el alma de ambos por fin puede brillar en su máxima expresión.
Una de las características más notorias de este tipo de relaciones consiste en que, cuando una de las dos personas involucradas se da cuenta de que encontró su llama gemela, pone mucho más empeño en mantener la conexión, mientras que el otro se alejará de manera inconsciente porque aún necesita aprender algunas otras cosas antes del encuentro.
Aquí es donde se da el momento más oscuro para esa alma porque ya pudo encontrarse con su otra mitad en esta vida y hubo una nueva ruptura. Ahí hay dos caminos posibles: la separación física definitiva o la unión divina.
Cuando hay separación total, ambas personas deberán aprender sobre el amor incondicional incluso al saber que no están juntos y el aprendizaje se da en aras del desapego. Si, por el contrario, el amor se consuma, se considera que el alma volvió a estar completa y hubo un encuentro entre la mitad masculina y femenina de ese todo (que no necesariamente corresponden a los conceptos humanos de hombre y mujer).
¿Para qué nos sirve, entonces, aprender todo esto? ¡Para aprender a vivir más felices! Si lo miras con lupa, todas estas relaciones que se explican desde la teoría de la reencarnación son “excusas” que creamos para relacionarnos con los otros desde el amor, el respeto y la intención de aprender de nosotros mismos y de los demás.
Por eso, no importa si todos estos conceptos tienen o no, sentido para ti en este momento de tu vida, porque lo importante es que entiendas que no existe un solo y único amor de la vida, sino que todas las personas que nos cruzamos vienen a enseñarnos una cosa específica.
Así, podemos ir entendiendo que el cuento del príncipe azul que se baja de un caballo a rescatarnos de nuestra horrible vida, no es más que un cuento de hadas que no existe en el mundo real. El amor de la vida no se encuentra un día caminando por la calle; el amor de la vida se construye con las personas con las que elegimos compartir el tiempo, aprender algo de ellas y darles lo mejor de nosotras mismas.
Si sientes que estás viviendo una relación que no te hace nada bien, te recomendamos leer nuestro artículo Señales de alerta ante relaciones tóxicas en el que seguramente podrás encontrar muchas respuestas.
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